Lo que dispara el tiempo es la incertidumbre a la que nos
acostumbramos cuando amanecemos en la orilla del abismo.
Las constantes estrategias que damos a los que nos persiguen
durante la noche infernal que transforma los momentos de melancolía en
instantes etéreos, hacen que nuestros pensamientos se momifiquen como gélidos
abrazos.
Si un momento que cruzamos a ese espacio gris, alguien nos dijera
que nuestra propia sombra nos dejaría abandonada, no insistiríamos en ir,
porque quisiéramos que hasta ella se mantuviera petrificada en nuestros sentidos
básicos.
Comentarios
Publicar un comentario