“Debo confesar que he vivido” dijo Neruda, no me acuerdo cuando. Cuando pienso en esa oración puedo detenerme en cada palabra. “Debo” igual a obligación, compromiso, responsabilidad, contrato. Algo que necesariamente tiene que darse por hecho, para dar una razón lógica a la explicación de lo que viene a continuación. “Confesar”, decir la verdad, ser realista, ser honesto, exponer la razón, esa razón que va a transmitir el concepto de que “he vivido”. En pasado, ya “he” y ahora no. Es decir ya “he” hecho todo lo que tenía que hacer por lo tanto no tengo por qué vivir más. Ya “he” dicho todo lo que tenía que decir, lo que tenía que aprender, lo que tenía que enseñar, lo que tenía que amar, lo que tenía que sentir y tener y hacer y sobre todo SER. Al haber “vivido” puedo dar por terminada una etapa que me comprometí a cumplir y que ya no tiene sentido seguirla viviendo. Y ahí pienso. Y ahí me detengo. Porque me quitó toda razón para justificar qué fue lo que “he vivido”. Y surg
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